Hoy es uno de los días más importantes profesionalmente para mí, comparable con mi primera exposición individual en Nueva York, ya que ambas cosas formaban parte de mis metas profesionales a conseguir. Se trata de tener un cuadro en el Museo del Monasterio de Montserrat, para mí, uno de los museos más bonitos del mundo, aparte del simbolismo que representa para nuestro país esta montaña mágica. Así pues, hoy 9 de febrero de 2010 he entregado mi “Crist de la bona sang” al Sr. Josep de C. Laplana, director de este museo, a quien agradezco su interés y amabilidad.
Hace ya muchos años que pensaba hacer un cuadro religioso representando a Cristo enviado por Dios, pero no tenía las ideas claras porque no quería que fuese un Cristo convencional, como siempre ha sido representado por los miles de artistas que han tocado este tema.
Un día, ya hace tiempo, en una cena en Palm Beach con el Sr. James Borynak, propietario de la galería Wally Findlay, persona muy religiosa y gran coleccionista de crucifijos, me dijo que era una lástima que no hiciese un cuadro de Cristo. Desde aquel momento, mi vieja idea de realizar esta pintura se convirtió en obsesiva, hasta que un buen día concebí la obra: “El Crist de la bona sang”.
Este Cristo, pintura de gran formato, (195x114 cm., la figura es a tamaño natural y el modelo ha sido mi hijo David), representa la figura de Cristo cubierto por una sábana blanca, levitando sobre el vacío y elevándose hasta salir del cuadro, de manera que sólo se puede ver parte de su rostro. Por otro lado, tiene el brazo derecho descubierto fuera de la sábana, con la mano abierta de manera receptiva, recibiendo un hilo de sangre que entra en la palma de su mano, reteniendo parte de ella, al mismo tiempo que deja caer por entre sus dedos la otra parte que desprecia. Este no es un Cristo que da su sangre por los hombres, si no que recibe toda la sangre derramada en su nombre, pero El acepta solamente la que ha sido derramada por los hombres de buena voluntad que han creído en su palabra, y rechaza la sangre derramada en su nombre en guerras injustas y por fanatismo religioso, o simplemente por los intereses y mentiras de los hombres.